viernes, 4 de mayo de 2012

Ha pasado el tiempo en blanco. Ni una sola línea, ni siquiera una fotografía nueva. Por una  parte se explica porque tengo problemas de salud y me acortan la vida productiva. Por otra parte he dedicado tiempo a facebook aprendiendo a base de ensayo y error. Es el precio de subir en el último tren de las nuevas tecnologías. El blog soriano es uno de mis rincones preferidos. Es el eco de la infancia y los mejores años de la vida. Entonces mis padres eran jóvenes. Las personas más queridas del mundo. De pequeña, antes del uso de razón mi mundo estaba en los brazos de mis padres. Pasara lo que pasara todo estaba tranquilo porque ellos  nos protegían.

En la actualidad hay niños que no sienten el calor de ese regazo, de esos brazos fuertes y tiernos de padre. En el corazón de esos niños hay una sombra, una herida, una ausencia dolorida.
Todos necesitamos el amor, especialmente en la infancia. El amor nos hace fuertes. El amor nos ilumina, nos abre el arroyo del amor que damos nosotros a los demás.

He visto a Lope. Era un alumno rebelde. Estaba presente en todas las actividades de protesta, muy pocas en su estancia en el instituto. Dedicaba tiempo a leer revistas contraculturales,  suspendía casi todo. Los profesores coinciden en que el chico es muy inteligente. Quiere ser ingeniero. Mientras, se cambia de pircing buscando alguno más agresivo. Sus padres tienen trabajos poco cualificados. Carecen de estudio y desgraciadamente en su casa  conocen las duras consecuencias del paro. Lope hablaba durante horas con su abuela. Ella le daba alguna seguridad, una conciencia de la historia familiar. Gente pobre y sin estudios han puesto sus ilusiones en su carrera, el primero de la familia.

Callado, escurridizo y lleno de contradicciones. En realidad no sabe lo que quiere, no sabe quién es. Sabe que prefiere otras decisiones, desea una vida diferente, preferiría afirmarse a sí mismo por su propio valor, sin necesidad de refugiarse en apariencias .

Vi a un chico apoyado en una ventana bebiendo de una lata. Unas rastas escasas, largas.Un aro atravesando el  cartílago de la nariz. De repente reconozco a Lope. Me acerco para saludarle. Lope, el chico que me contaba sus ilusiones y sus dificultades. el chico que me saludaba cuando dejaba unos estudios para iniciar otros mejores.se da la vuelta y me niega el saludo.

¿ decididamente marginado?

Lurdes.



lunes, 6 de febrero de 2012