miércoles, 13 de mayo de 2009
Ayer tuve ocasión de escuchar durante largo rato a un hombre extraño. Decía que para mejorar la educación había que regalar ordenadores portátiles a los niños de quinto de primaria y a los centros, pizarras electrónicas. Si esas son las soluciones deduzco que el problema es cuestión de dinero.Lo que suele decirse. El dinero, materializado en las pizarras transformará las clases en oportunidades de aprendizaje creador. Los niños absortos por la novedad atenderán con interés durante cinco minutos. Después seguirán como otras veces, como casi siempre. Jugarán con el de atrás, con el de delante y si es posible con el liberado que pasa por la acera. O poniendo cara de interés se imaginan las batallitas del último videojuego inventado por un crac filogótico, autor de libros exotéricos y de programas especiales para expertos en camorring (hacerla y salir corriendo). Andy Perez ,el autor,tiene un abuelo mejicano, un padre obrero en Texas, una madre transformadora de bolsas y un boxer que se llama "dulin". Casi olvido al hombre extraño. Es medio lobo o medio zorro, quita la piel y lame al muerto con inocencia prehumana. Habla de intenciones torticeras, de insidias, de malintencionados intereses. Mientras tanto en las pizarras digitales alguien escribe la verdad," que se vaya, que no toque nada porque lo rompe, que no siga engañando. Y destacado en un recuadro está escrito con líneas cercanas al escepticimo: que vean su verdadero rostro.
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